San Dionisio, obispo y martir (el 9 de octubre)
De los diversos santos y conmemoraciones que celebramos esta semana:
6 de octubre - San Bruno, presbitero
6 de octubre - Beata María Rosa Durocher, virgen
7 de Octubre - Bienaventurada Virgen María del Rosario
9 de Octubre - San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires
9 de Octubre - San Juan Leonardi, presbítero
11 de Octubre - San Juan XXIII, papa
12 de Octubre - XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Año C)
he decidido escribir sobre San Dionisio.
Hay dos cosas importantes a tener en cuenta al hablar de San Dionisio. La primera es que es un santo de la iglesia primitiva, es decir, de la época romana. La segunda es que fue martirizado en una zona relativamente distante centro del Imperio romano, cerca de la actual París, Francia. Pues la gran parte de lo que se ha escrito sobre él es legendario.
La primera mención de San Dionisio la hizo San Gregorio de Tours (quien vivió entre 538 y 593 d. C.). Escribió en su Historia de los Francos, I, 30: «El bienaventurado Dionisio, obispo de París, tras sufrir diversos castigos por el nombre de Cristo, terminó su vida presente con la espada».
Una leyenda más desarrollada, la Pasión de San Dionisio Rústico y Eleuterio [Lat-Orig, Eng-Esp-Trad], atribuida al poeta y Padre de la Iglesia San Venancio Fortunato, fue escrito cerca del año 600 d. C. Según esta leyenda, los tres se asentaron en lo que hoy se conoce como la île de la cité, que hoy dia es en el centro de París pero en aquel tiempo fue una isla de las pradera a las afueras de la cuidad, y construyeron allí una iglesia. La ciudad era descrita como un puesto comercial entre los tribus indigenas (alemanes) y la nobleza romana de la época.
El éxito de su misión finalmente atrajo la atención de las autoridades, que aún eran paganas. Los tres fueron arrestados, torturados y finalmente decapitados. Al parecer, mientras eran decapitados, los tres aún clamaban por su fe, y por lo tanto, parecía que sus lenguas y labios aún se movían, proclamando su fe después de que les cortaran la cabeza.
Esta memoria adquirió importancia porque parte de la leyenda popular de San Dionisio que se forjó era que, después de ser decapitado a las afueras de París, se levantó y puso su cabeza en sus brazos y volvió así a la ciudad.
Posteriormente, la leyenda de San Dionisio se aumentó.
Dado que Dionisio era un nombre griego (Dionisio era el dios del vino en la mitología grecorromana), a finales de la Edad Media, según la Leyenda Áurea o Vidas de los Santos, de Santiago de Vorágine, arzobispo de Génova, escrita en 1275 y publicada en su primera edición en 1470, la vida de San Dionisio (vol. 2, pág. 657, im. 155) lo describe como convertido y bautizado por el apóstol San Pablo en el Areópago de Atenas (cf. Hechos 17:16-34), antes de ir a Roma, donde fue ordenado obispo y, después del encarcelamiento de San Pablo y San Pedro por Nerón, partió con sus compañeros Rústico (un sacerdote) y Eleuteo (un archidiácono) hacia la Galia (actual Francia), donde finalmente se estableció en París, donde fue martirizado.
Por lo tanto, es evidente que la leyenda de San Dionisio “ha crecido” a lo largo de los siglos. Aún se le recuerda como el obispo fundador de la Iglesia en París, Francia, y junto con sus compañeros fue uno de los primeros mártires de la ciudad.
Recordamos su valentía y también su contribución al crecimiento de la Iglesia en todo el mundo.
San Dionisio, obispo y mártir, ¡ruega por nosotros!

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