Santo Domingo (el 8 de Agosto)
Esta semana fue de nuevo bien ocupada en cuanto a días festivos o conmemoraciones especiales.
El 5 de agosto celebramos la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de Roma, junto con las basílicas de San Pedro, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán, todas ellas asociadas con Constantino, el primer emperador cristiano de Roma.
El 6 de agosto celebramos la Fiesta de la Transfiguración del Señor. Esta es una fiesta que, junto con la memoria de Nuestra Señora del Rosario (celebrada el 7 de octubre), entró en el Calendario Litúrgico de manera un tanto extraña en conmemoración de un par de victorias militares cristianas (en ese momento) significativas contra los turcos (musulmanes) en los siglos XV y XVI: el levantamiento húngaro del Sitio Turco de Belgrado (1456) en el primer caso y la victoria en la Batalla Naval de Lepanto (1571) un siglo después en el segundo. Con el paso de los siglos, el recuerdo de los orígenes marciales de estas conmemoraciones se ha ido desvaneciendo. En cambio, ahora ambas se celebran por sus dimensiones teológicas y devocionales que evocan los nombres de estas fiestas.
El 8 de agosto celebramos la memoria de Santo Domingo, que será el Santo que analizaremos más detalladamente abajo.
El 10 de agosto celebramos la memoria de San Lorenzo, diácono y mártir, un santo amado, que vivió durante las persecuciones de la Iglesia primitiva en Roma. Se le recuerda, entre otras cosas, por su sentido del humor, así como por su firmeza en la fe en una época de grandes desafíos y dificultades.
Sin embargo, si pudiéramos elegir, probablemente el santo más significativo sobre el que reflexionar esta semana sería Santo Domingo.
Por lo tanto, sobre la vida de Santo Domingo…
Santo Domingo nació en 1170 en Caleruega, un pequeño pueblo de Castilla la Vieja, en el centro-norte de España.
Sus padres eran relativamente ricos, pero como suele ocurrir en los relatos de infancia tanto de las figuras proféticas de la Biblia (Isaac, Sansón, Samuel, San Juan Bautista) así como de una multitud de santos posteriores (incluso el servita San Felipe Benizi a cuya Orden religiosa pertenezco), los padres de Santo Domingo tuvieron dificultades para tener hijos. Para recibirlo finalmente, tuvieron que rezar...
Como buenos padres, de nuevo, con ciertos medios, enviaron a su futuro Santo Domingo, de 14 años, a un monasterio en Santa María de La Vid dirigido por la Orden Premonstranea (Norbertina) para que recibiera una educación.
Luego se hizo sacerdote.
Bien, los santos son claramente considerados como personas especiales presentadas a nosotros por la Iglesia como ejemplos de vidas bien vividas.
Pero los santos también son personas de carne y hueso de su tiempo y lugar.
Y sin duda la geografía de la región donde nació el futuro Santo Domingo con los califatos muselmanos de la España del sur y los cátaros de la herejía albigense centrados en los Pirineos al norte, necesariamente influyó en gran medida en la dirección de su vida.
Incluso antes de fundar la Orden de los Dominicos, cuyo nombre oficial es Orden de Predicadores, O.P., el futuro Santo Domingo se involucró mucho en la predicación en nombre de la Iglesia contra los cátaros de la herejía albigense.
Los cátaros eran una secta radicalmente ascética que rechazaba toda riqueza y consideraba que la misma materialidad del mundo era mala.
Los Dominicos fueron creados como una orden mendicante, en buena parte porque los cátaros consideraban escandalosa la relativa riqueza de las órdenes religiosas ya existentes, en particular los benedictinos/cistercienses y sí, los premonstratenses.
Para convertir a los cátaros, para traerlos de vuelta a la Iglesia, el futuro Santo Domingo se encontró con que tenía que predicar desde una posición de pobreza…
Entonces, popularmente, Santo Domingo es quizás mejor conocido por dar a la Iglesia Católica el Rosario (dominicano):
Según la leyenda, la Santísima Virgen María se apareció en una visión en 1208 al futuro Santo Domingo, en el Monasterio de Nuestra Señora de Proille, Francia, donde estaba destinado, ya predicando en nombre de la Iglesia Católica contra la herejía albigense, y en la visión, elle le relgaó lo que llegó a ser llamado el Rosario (dominicano).
Sin tomar nada del milagro describido, el futuro Santo Domingo no habría apreciado lo que había recibido si no fuera por sus antecedentes:
Los musulmanes (del sur de España) ya habrían estado usando una Mishbaha, una cadena de oración de 33 cuentas, que solían rezar durante el transcurso de 3 días, para meditar sobre los 99 Nombres de Alá. Ellos mismos podrían haber comenzado esta práctica basándose en la tradición de los Padres Cristianos del Desierto (de Egipto) de usar una cadena de oración de 50 cuentas para rezar durante el transcurso de 3 días los 150 Salmos de la Biblia.
Un cambio fue que el Rosario pondría el foco en María, un irritante para varios grupos protestantes en siglos posteriores.
Pero en el contexto de la época del futuro Santo Domingo, donde los cátaros cuestionaban aun el proprio valor del universo material, María fue quien llevó Jesús de no “simplemente” la segunda persona de la Santísima Trinidad, a … un ser encarnado / humano.
De este modo, el Rosario se convirtió en un instrumento sencillo que conectaba a los humildes católicos (y a los ex-cátaros que volvían a la fe católica) con la dignidad de su humanidad y del mundo (que había sido creado por Dios) que los rodeaba.
De hecho, rezar el Rosario implica una fisicalidad necesaria... el acto de sostener en las manos ese sencillo Rosario de cuentas y cuerdas nos conecta con la dignidad de la fisicalidad del mundo y de nuestro propio trabajo (humano).
Por lo tanto, el Rosario se convirtió en un instrumento práctico, sencillo pero fascinante, utilizado por el futuro Santo Domingo en su predicación contra el puro desconectado espiritualismo de la herejía albegensiana de esa época y en favor de la teología encarnacional de la Iglesia que proclama que “el Verbo (Dios) se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1, 14).
Y como fue éxitoso! El Rosario sigue siendo el instrumento de oración más popular en todo el mundo católico, ayudando a innumerables personas en innumerables situaciones a encontrar una mayor paz y un encuentro con Dios.
Y nos llegó a nosotros porque una persona, el futuro Santo Domingo, estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado, ya luchando con los desafíos adecuados, para hacer útil un instrumento tan sencillo y intimo como el Rosario recordandonos de nuestra dignidad y la dignidad del mundo que nos rodea.
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